_
_
Letras que se juntan para formar palabras. Palabras que se juntan con o sin sentido para dar forma a unas frases. Frases que llegan al alma, que resuenan, que hacen sentir. Mi idioma.

He vuelto

lunes, 29 de marzo de 2010

Capitulo 9 - Saber elegir




Hasta ahora, muchas elecciones o decisiones en mi vida han sido las incorrectas o erróneas. Si muchas veces fallo, es porque la indecisión puede conmigo ante situaciones como esta. Muchas veces, ha sido por guiarme por mis impulsos. Otras, por encerrarme en mi mismo, y no querer ver más allá de la mentira. Muchas otras, quizás, por el mero hecho de no tener ilusión, por no creer, o simplemente porque me cuesta elegir o porque toda persona se equivoca.

Ahora me encontraba en uno de esos momentos, así que intenté apartar la mente del corazón. Muchas veces cuando fracasamos, es la experiencia lo que nos queda, entonces supuse que elegir el camino de la Tristeza, sería la mejor opción.

Sí, puede sonar contradictorio. ¿Por qué no elegir la felicidad? ¿No es lo que todo el mundo quiere y desea?

Ahora bien, si nos diesen a elegir entre el camino fácil y el camino difícil, parecería lógico elegir el fácil. ¿Por qué no? A veces, es la mejor opción, y las cosas pueden salir bien. Y no por elegir este, significa ser cobardes.

Pero hay personas que, por diferentes motivos, tenemos que elegir el camino difícil. A algunas, les gusta, como a mí. Porque si algo he aprendido en esta vida, es que mucha gente busca atajos. Y para mí, el mejor atajo es el camino más difícil, el más largo, que básicamente consta de dos palabras: trabajo duro. Eso sí, si alguna vez algo no funciona bien, podemos acudir a otras dos: seguir adelante.

Entonces, recordé las palabras del maquinista; “es hora de que cambies tú todo esto, de que afrontes esto de una manera diferente, y marques la diferencia.” […] “Se valiente”

Y para tener más clara mi decisión, pensé en lo que había recogido poco antes de llegar aquí. En la parte derecha había encontrado un trébol, que significaba suerte, ¿No es así? Y en la parte izquierda había encontrado una hoja de un árbol con forma de corazón, que significa coraje para afrontar situaciones difíciles o adversas, ¿No es así?

En ese momento recordé una frase que leí antes de acostarme la última noche antes de coger el tren: "Cuando te encuentres en una encrucijada, pregúntate: ¿Ese camino tiene corazón? Si lo tiene, el camino es bueno; si no, es inútil"

El camino de la izquierda era el que tenía corazón, sin duda alguna, aunque en la flecha que marcaba esa dirección pusiera tristeza.

Y así fue, no dudé ni un instante, y me puse en camino.


domingo, 28 de marzo de 2010

Capitulo 8 - El camino


Cerré los ojos e intenté pensar en algo alegre. Poco después, empecé a escuchar el sonido de los pájaros. Fruncí el ceño, estaba escuchando distintos sonidos que no podía desencajar y pensar de dónde podían provenir. De repente, un silencio abrumador encogió mi corazón. En aquel momento, fue cuando abrí los ojos.

Parecía ser, que había encontrado mi pensamiento alegre. Estaba en un lugar, dónde no recordaba haber estado en la vida. Miré en todas direcciones, y no vi más que laderas y laderas de montañas y en el horizonte, la mar, dónde parecía poderse ver unas pequeñas islas.

Después de aquel momento de shock, intenté relajarme y pensar que todo aquello era fruto de mi imaginación. Pero, ¿Dónde estaba el tren? ¿Y el maquinista? ¿Y Eva? Todo aquello había desaparecido. ¿Como había sucedido? No lo entendía, como muchas otras cosas.

Me encontraba en un pequeño camino de gravilla, y sin saber a dónde me podría llevar, decidí andar por esa dirección. A ambos lados del camino, había plantas y arbustos. Lo descabellado de este, o la sensación que yo tenía, me resultaba algo extraña. A la derecha del camino había plantas florecidas, y también arbustos llenos de frutos. A la izquierda, parecía que nada tuviera vida, había solamente flores marchitas, y arbustos sin apenas hojas, o con solo hojas secas.

Decidí pararme un momento a observar. Me dirigí al lado derecho, donde pude ver un montón de tréboles. Me agaché un momento, y no podía creer lo que estaba viendo. Sí, después de tantos años, tenía un trébol de cuatro hojas en mis manos. Busqué a ver si había más, pero no fue así. En cambio, estaba alegre igualmente. Lo había encontrado, un trébol de cuatro hojas. No lo podía creer.

Después de este momento de euforia y satisfacción, me dirigí al lado contrario. Sí, aquel lugar me hacía sentir mal, me hacia recordar momentos difíciles, tristes y de soledad. Pero todo cambió, cuando vi algo no muy a lo lejos. Fui allí corriendo, y lo cogí con mis propias manos. Era una hoja, no una hoja de papel, si no una hoja que parecía tener vida en aquel lugar. Supuse que sería del árbol que había a mi lado, tan alto y robusto. Lo extraño de todo esto, es que en este lugar, todo era de color gris, apagado, mustio, sombrío, triste. Pero aquella hoja, tenía forma de corazón, y era de un color rojo intenso.

Volví al camino de gravilla, y seguí caminando, cuando me encontré que el camino se bifurcaba en dos. Era el momento de elegir.

Justo en el centro, había dos flechas. Una dirigía su indicación al camino derecho, y la otra al izquierdo. La que dirigía su indicación al camino derecho ponía: FELICIDAD. La que dirigía su indicación al camino izquierdo ponía: TRISTEZA.

Esta situación me incomodaba. No sabía qué hacer. ¿Era sencillo no? Tenía que elegir entre uno de los dos caminos, si quería llegar a algún lugar. Entonces me pregunté: ¿Hacia dónde quiero ir? O mejor dicho, ¿Cual quiero que sea el destino de este camino? ¿Felicidad o tristeza?

jueves, 18 de marzo de 2010

Capitulo 7 - El maquinista


Y entonces rodeé la caja una,dos, tres, hasta cuatro veces, y seguía sin ver otro cartel aparte del que ponia “frágil”. Todo esto me desconcertaba, y creia que el maquinista me estaba mintiendo una vez más. Me había dicho que creyera en él, pero ¿y si todo esto fuera una farsa?

Así que le pregunté; ¿Quíen eres?

Y me contestó:

Ante cualquier situación de riesgo, pierdo mis actitudes y lo evito. Huyo del lugar, y luego me digo a mi mismo: “es muy complicado”.

Nunca me enfrento al miedo, me derrumbo. Me gana el pulso y me digo a mi mismo: “no puedo”

Me propongo sueños, y los dejo que poco a poco se vayan desvaneciendo. No me atrevo a conquistarlos y me digo a mi mismo: “era imposible”

En el momento de decidir, elijo lo fácil. Porque no tengo valor a enfrentarme a las complicaciones. Y me digo a mi mismo: “¿Para qué? Si no lo voy a conseguir”.

Acudo a la inseguridad de mi mismo, al no saber dar el paso hacia delante. Y siempre, aunque no quiera, lo doy hacia atrás. Y me digo a mi mismo: “No merece la pena arriesgar”

No tengo coraje para emprender mi camino. Carezco de autoestima y amor propio. Y ante las situaciones donde debería demostrar quién soy, prefiero dejarlas estar. Y me digo a mi mismo: “me siento mal aquí, prefiero irme”.

Todo me detiene. Y ante cualquier cosa, me basta con ponerme una escusa.

Me llaman cobarde.

Así que, es hora de que cambies tú todo esto, de que afrontes esto de una manera diferente, y marques la diferencia. Deja el pesimismo y las inseguridades atrás , porque solo te hacen retroceder. Es necesario perseverar e insistir. Y si alguna vez tienes algun obstáculo, recuerda: “Los obstáculos están ahí para ver cuanto deseas algo”

Se valiente y si quieres llegar a esa ventana, tan solo tienes que creer en ti y tener un pensamiento alegre.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Capitulo 6 - La caja


Estaba en la cabina del maquinista, incrédulo por lo que había pasado. No sabía en que lugar habia hecho la primera parada el tren, y ni siquiera el motivo.

Después de escuchar por voz del maquinista: “ Por esa ventana llegarás a tu primer destino en este viaje”. Me dije a mi mismo: ¿Cómo quiere que llegue hasta ahí?

Me propuse intentarlo. Tras alzar mi mano lo máximo que podía, no logré ni una sola vez llegar a la manivela que abria aquella ventana.

Miré a mi alrededor, por si había algun objeto que pudiera ayudarme a llegar hasta allí.Había una especie de caja de madera, con un letrero en grande : “Frágil”.

Después de esto, se me ocurrió preguntarle:

-¿Puedo utilizar esa caja de ahí?

Me miró con cara de circunstancia, y me preguntó :

-“¿No la querras para jugar?, ¿Has leido lo que pone en el cartel?”

-No, la quiero para intentar llegar a esa ventana, ya que me has dicho que por ahí encontraré mi primer destino en este viaje. Y en cuanto a la segunda pregunta, sí, qué te crees, que un niño de doce años no sabe leer?

-No dudaba que no supieras leer, lo que si que dudo es que un niño de tu edad sepa entender lo que quiere decir ese cartel. ¿ O a caso te crees tan mayor para saberlo?

-No puedo ver el contenido de la caja, pero sé el significado de “frágil” o como yo lo entiendo; Algo que se puede romper con facilidad.

-Ves, lo que me temia. No sabes lo que significa ese “frágil”.

-¿Y qué significa, entonces?

- Pues verás, ese “frágil” significa que esa caja es vulnerable a caer en tentaciones. Así que tú decides. Yo no la utilizaría, y menos la abriría, por lo que pueda pasar.

- Y ¿Por qué debería creerle? No sé quien es usted, solo se su oficio, y alomejor lo único que quiere es que la abra yo, por que usted no se atreve. De hecho, voy a seguir mis impulsos y la voy a abrir.

Me dispuse a hacerlo cuando…

Cuando, el maquinista me paró en seco y me dijo :

Créeme, ya sé que no sabes quien soy, ni si quiera sé como has tardado tanto tiempo en intentar abrirla, pero te aseguro, que no debes hacerlo. Y si a todo esto, sigues sin creerme, puedes mirar en la otra parte de la caja que no puedes ver. Y sabrás el por qué.

Y entonces…

lunes, 8 de marzo de 2010

Capitulo 5 - Cuando una puerta se cierra, se abre una ventana



Me fui confuso, sin saber lo que pasaba. Las preguntas que me hacia el camarero, el tono con que me las hacía, o pensar que había comprobado en el billete para saber lo que iba a pasar.

Yo no entendía nada, es más todo lo que podía llegar a pensar o imaginar, después de todo, seria, a lo mejor, insignificante comparado con lo que realmente iba a pasar.

Decidí irme al baño a lavarme un poco la cara, a ver si así me despejaba. Como no, el baño estaba en el primer vagón, junto a la cabina del maquinista.

Ya estaba en el primer vagón, al final vi la cabina del maquinista, con la puerta cerrada y con un cartel que ponía: Cuando una puerta se cierra, se abre una ventana.

A la izquierda, la puerta del baño, que marcaba con luz amarilla; ocupado. Estuve esperando alrededor de diez minutos, cuando fruto de mi desesperación, toqué a la puerta para ver si, de verdad, había alguien.

Como no contestaba nadie, me dispuse a abrir la puerta. Esta, no opuso resistencia, y cuando cerré la puerta y giré la vista, no comprendía lo que estaba viendo.

Tenía aspecto de un niño de doce años, con una estatura de metro y medio. Tenía el pelo mucho más claro, castaño. Peinado con ralla al lado, típico peinado de comunión. Sonreí un momento frente al espejo, y vi que estaba mellado. Los ojos color marrón, sin apenas ojeras ni arrugas, ni bolsas. Tenía la piel blanca, súper fina, sin barba. Tenía las manos mucho más pequeñas, con unas uñas híper largas. Vestía un pantalón beis, con un polo blanco a rallas azules, e iba con zapatos. Me miré en el cuello y tenía una cadenita de oro. No llevaba las gafas. Comprobé que es lo que llevaba en los bolsillos, y encontré; una piruleta, y un coche de juguete.

Por último, me acordé de una cosa, y no tarde ni cinco segundos en comprobarlo. Seguia estando ahi. Sí, no habia desaparecido, el tatuaje que me hice en mi adolescencia, aunque fuese un niño de doce años.


Salí del baño, perplejo de tal situación. Me dirigí a la puerta del maquinista, leí otra vez el cartel, y cuando acabé de leerlo, el tren se detuvo.

Decidí abrir la puerta, y ahí estaba él y sin salir de mis labios ni una sola palabra me dijo:
Acabamos de hacer la primera parada, y por esa ventana llegarás a tu primer destino en este viaje.