Capitulo 3 - El Periódico.

Ya estábamos en marcha. Todo lo que había sucedido me conmovía, y solo me calmaba pensar que dentro de unas horas estaría en Madrid.

Eva, por su parte, se había quedado dormida. No podía dejar de mirarla, parecía un ángel caído del cielo. Que se quedase dormida, me desanimó. Tenía ganas de preguntarle donde había ido cuando se levantó rápidamente del asiento y tardó en volver más de veinte minutos. Y es más, de donde sacó ese objeto tan extraño, que aparentemente yo lo había reconocido, o eso creía, ya que estaba envuelto con papel de regalo. Ese objeto me resultaba un tanto familiar, eso sí no sabía de dónde lo había sacado y por qué lo tenía ella.

Yo, en cambio, no tenía mucho que hacer. Así que lo único que tenia de utilidad y provecho cerca mío era el periódico.

Cuando abrí el periódico, no pude dejar de pasar páginas rápidamente, una tras otra, una tras otra. Mi cara de preocupación, y a la vez de sorprendido lo decía todo.

Si no recordaba mal, este no era el periódico que yo había comprado. Es más, su nombre, y su contenido no tenía nada que ver con el titular de portada que tenía el periódico, que me había comprado poco antes de subir al tren: “El Valencia hizo historia anoche conquistando la Champions League”.

En la portada de este periódico, aparecía una imagen. Una imagen que a simple vista era abstracta, que parecía no tener contenido. La miré fijamente durante unos minutos, cuando de repente lo que veían mis ojos no parecía ser cierto.

Era una imagen propia de uno de los libros que yo tenía cuando era niño. En ese libro había solo imágenes abstractas. Para poder verlas, tenias que mirar, durante unos minutos, fijamente aquellos puntos que a simple vista parecían no contener nada. Y después comprobar al final del libro, si lo que habías visto correspondía con la verdadera imagen, o había sido fruto de tu imaginación.

En aquella imagen, vi claramente un tren. Y en la portada se podía leer:

La vida se puede descomponer en sueños. Por lo tanto, hay sueños que dan vida.

Después de leer la frase, me pregunté a mi mismo: ¿Qué misterio aguardará este tren?